domingo, 28 de febrero de 2010

EDUCAR CON AMABILIDAD Y SIMPATÍA

¿Qué os parece la idea de que este año renováramos el deseo de ser amables? Un año en que todos nos propusiéramos, y de verdad, ser más simpáticos, más amables. Que los demás lo sintieran. Esto significaría, por ejemplo, que nos hablásemos mejor unos a otros, con más calma, sin interrumpir, con mejor tono, con más sentido del humor... Tendríamos que despachar o dejar a un lado nuestro estrés, nuestras angustias, nuestro mal humor… No tenemos que cargar la “atmósfera” con el dióxido de carbono de nuestros nervios, nuestros humos… ya que podemos producir un cambio climático en nuestra sociedad bastante nocivo para todos. Al contrario, tenemos que llenarnos de entusiasmo y empezar con optimismo este precioso año 2010 que tenemos la suerte de vivir. Si lo intentamos todos juntos el efecto será mayor. ¡Qué gusto sería vivir en una sociedad así! que donde uno vaya sepa que lo aprecian, que le van a atender sin intereses egoístas, sin otra mira que ayudarle, cuidarle, formarle…

EN EL TERRENO EDUCATIVO, que es nuestro objetivo, también podríamos probar a añadir este ingrediente. Hay niños menos rebeldes, pero hay otros que lo son realmente. En muchas ocasiones convertimos la educación en una guerra, una durísima guerra padres/madres – hijos, que nos hace sufrir a todos.
Si no les exigimos se suaviza la situación, pero claro, ésta no es la solución. Conviene exigirles, y mucho, porque son capaces y es muy positivo para ellos. El problema es que al exigirles, empiezan las rebeldías, protestas, desobediencias… Esto lo constatamos desde muy pequeños: se niegan a recoger, a las llamadas se hacen los sordos, no se dejan amoldar a un horario… al final, nos crispan y estallamos.
¿Y de mayores? Pueden tener una actitud egoísta de recibir todo y colaborar muy poco; poca responsabilidad en sus estudios; faltas de respeto al hablar; discusiones para llegar a un acuerdo sobre cuándo, a dónde y con quién salirAnte todo esto ¿dónde cabe la simpatía? Al final nos parece que la única manera es por las malas. Cierto que por las malas hay una respuesta rápida en el hijo. Pero es por temor. El hijo acaba haciendo lo que queremos nosotros (parece que hemos ganado), pero no está convencido de que aquello sea lo mejor, al contrario, intentará escaparse siempre que pueda (cuando no esté la vigilancia o la amenaza de castigo); en realidad puede haber aumentado su grado de disgusto o rechazo, justo lo contrario de lo que pretendemos.Por las buenas, sin embargo, es mucho más lento pero también mucho más eficaz. Se trata de dialogar con él, hacerle pensar y que pueda descubrir por sí mismo (gracias a nuestras palabras) las razones de porqué esa obligación es conveniente. Si las razones son descubiertas por ellos mismos, de alguna manera las hacen suyas. Y las razones que tenemos cada uno son las que nos hacen actuar de una manera u otra. Por las buenas no quiere decir que tengamos que dejarles hacer lo que quieran si al final no lo han comprendido; no. Aunque tengamos que exigir y mandar, lo hemos de hacer siempre con respeto. Con firmeza, con seguridad, pero con respeto. Toda persona merece respeto, por tanto, no podemos hablar de cualquier modo. Se ha de notar, ellos lo han de notar, que les queremos, que nos mueve siempre el deseo de buscar su mayor bien. Y esto es de suma importancia. “No tiremos tanto de la cuerda que se pueda romper”, se suele decir. Tirar “tanto” significa exigir secamente, ásperamente, con gritos y palabras hirientes. Esto sí daña el ánimo y el orgullo del hijo. Sin embargo, tirar de la cuerda con suavidad es positivo, lo necesitan, pues les hace avanzar y no quedarse estancados. Suavidad sería una firmeza llena de respeto y cariño. Es el empujoncito que necesitan. Es fácil de comprender, pues sólo tenemos que pensar qué efecto produce en nosotros las órdenes de un jefe malhumorado, colérico y apremiante. ¿Nos estimula? ¿Nos entran ganas de trabajar mejor? ¿Nos inunda la ilusión?... Sabemos muy bien que todo lo contrario. Sin embargo, si el jefe nos reconoce y admira un trabajo realizado nos entran ganas de dar la talla igual o más, la próxima vez.

CONCURSO DE AMABILIDAD Y SIMPATÍA
Se nos ocurre esta especie de juego para educar sin tantas explosiones de gritos y malhumor.
Empezamos proponiendo este año como el año de la simpatía. Invitamos para la ocasión a Mr. Sonrisas, ¿lo conocéis? ¿no?, pues... ahí lo tenéis:


Nos haremos un casillero por mes, con tantas casillas como días tenga. Deberemos anotar una sonrisa cuando haya un detalle auténtico de amabilidad y simpatía. Con auténtico queremos decir que haya supuesto un pequeño esfuerzo, un paso más en lo habitual; por ejemplo: un esforzarse por contestar bien a los padres cuando no lo iba a hacer; saber ceder el objeto por el que discute con el hermano, cuando no tenía intención de dejárselo; un decir: ”¿te puedo ayudar en algo?” cuando veo a papá o mamá trabajando y yo estoy libre…
Nosotros, padres y madres, también debemos participar (con o sin casillero). Un gran reto: hablar a los hijos en el momento oportuno, con calma y respeto. A ver si van disminuyendo nuestras explosiones. Pero también entre los dos, padre y madre: ¿Qué tal si me esfuerzo por decirle al otro mi punto de vista sin acalorarme, cuando no están los niños, para que la opinión del otro no quede menospreciada ante ellos? ¿Qué tal si le hago sentir que se merece que lo escuche y por eso no salto con lo mío interrumpiéndole? ¿Qué tal si le pedimos prestada la sonrisa a Mr. Sonrisa cuando es lunes y empiezo a trabajar?
Por si os da ideas, os ponemos un posible ejemplo de las bases para el año, aunque cada familia puede confeccionarse las que mejor se ajusten a sus necesidades:

AÑO DE LA AMABILIDAD Y LA SIMPATÍA

Cada día un detalle de simpatía (ceder lo mejor, hablar amablemente, no discutir por algo, hacer un favor…)
  • Cada mes, el que tenga veinticinco caritas podrá participar de un plan especial (1)
  • Se pueden recuperar caritas no conseguidas, una por día (2)
  • Al final del año habrá un ganador/a “Miss/Mr Simpatía” premiado/a con un libro (3)
  • Si hay “atentados” o bombas de antipatía después de ser avisado/a se puede perder una carita o acudimos a la caja mágica que lo arregla todo (4)
(1) Mejor planes que no supongan gastos adicionales de dinero (alguna vez sí), pero sí “gastos” adicionales de afecto, p.ej.: una salida en bici a explorar; ir a visitar nuevos parques; jugar un partido de tenis, baloncesto con ellos o compartir sus aficiones sin escatimar tiempo... Vosotros sabéis qué les puede hacer más ilusión.
(2) Es para evitar que un día se den el atracón de detalles simpáticos y después se permitan el lujo de molestar “tranquilamente” durante toda la semana. Es mejor la constancia. De todos modos,este juego es sólo un incentivo. Si lo entendemos bien hemos de buscar “ser”amables porque sí, por que la amabilidad mejora nuestra vida, nuestra convivencia…aunque no todos los detalles que hagamos queden reflejados en el casillero. Decirles que el que lo haceno por la recompensa, es un auténtico héroe y demuestra mucha personalidad.
(3) Poner lo que os parezca más conveniente según el esfuerzo que hayáis notado que hacen.
(4) Cuando estén fallando hay que darles un aviso para que puedan reaccionar y enmendarse. Si toman nota hay que felicitarles por que tiene mucho mérito reaccionar cuando estamos calientes. Pero si intencionadamente insisten en su mal comportamiento podemos penalizarles de dos maneras: o perder una carita de las ganadas (no más de una al día, y sin abusar de esto, que se desaniman mucho); o arreglar el asunto con la caja mágica, que loarregla todo.


LA CAJA MAGICA: no es más que una caja (de zapatos va fenomenal), que podéis confeccionar y decorar todos juntos, de la siguiente manera: en un lado de la tapa hacéis un agujero para poder meter la mano al interior de la caja; y en el otro lado una pequeña raja, a forma de buzón. Dentro de la caja ponemos un cartoncito que separe el interior en dos mitades (llamémoslas A y B).
En la mitad A vamos a meter pequeños papelitos cortados y doblados donde está escrita una penalización. Los podremos coger a través del agujero de la tapa. En estos recortes escribiremos penalizaciones que hayamos pensado entre todos, bajo la dirección de los padres. Pueden servir de ejemplo:
  • limpiar el polvo del comedor.
  • 15 minutos menos de T.V.
  • disculparte a quien hablaste mal
  • ir 10 minutos a una habitación a pensar cómo te has portado.
  • recoger los cubiertos secos en el cajón
  • pensar y hacer un favor a tu hermano
  • ordenar los cuentos
  • barrer el pasillo
  • ¡SUERTE! No tienes nada que hacer (ésta les gusta mucho ¿no estamos en el año de la simpatía? También hay que ser simpáticos castigando...)

La idea es tener pensadas las penalizaciones para que, cuando nos vengan los “arrebatos y ansias educativas” no nos salga lo que no queremos. Así todo controlado y todos tranquilos. Además ellos saben las reglas del juego y saben lo que puede pasarles si no cumplen. Casi podríamos decir que, si son penalizados, es porque quieren.
Una vez realizado “el arreglo”, deben doblar el papelito y echarlo a la mitad B a través del buzón que hicimos en la tapa. Cuando se nos terminen los papelitos de la mitad A, levantamos la tapa y la giramos, haciendo coincidir el agujero de la tapa con la mitad B que está ahora llena de los papelitos. Y vuelta a empezar.Se puede tener una bandejita o cajita de papel con el nombre de los participantes, donde tener los papelitos pendientes de realizar, ya que a veces nos pilla en momentos de prisa y es imposible ponerse a hacerlo. Tenerlos allí nos recordará que aquello quedó pendiente, ya que no conviene que se nos olvide y vean que todo queda en palabras, como muchas veces. Esto no educa. Hay que actuar; con respeto y cariño, pero actuar.

Os deseamos a todos un feliz año de la amabilidad y la simpatía.

(Tenemos intención de ir exponiendo cada principio de mes algún tema que pueda ayudar; tenemos que alentarnos unos a otros en este negocio, el más importante.)