jueves, 16 de junio de 2011

APROVECHAR LAS VACACIONES



Llegadas estas fechas todos exclamamos: ¡Ya estamos a final de curso, se ha pasado volando! .
Sí, llegan las vacaciones escolares, y las nuestras también, a unos antes, a otros después. Debemos ir con intención de aprovecharlas si queremos sacarles todo su jugo, ya que éstas aún pasan más rápido.
Cuando decimos vacaciones todos pensamos: ¡tiempo para descansar! y es así. Lo único que descanso no es sinónimo de pasividad. Si el tiempo de verano fuera pasividad acabaríamos realmente aburridos. Tampoco debe ser sinónimo de dejarse llevar de la desgana, en ese caso acabaríamos realmente insatisfechos...

El tiempo de verano debe aliviar nuestro cuerpo y nuestra mente del stress, del activismo, de las prisas que inevitablemente llevamos durante el curso, pero son un tiempo precioso para realizar actividades que no hemos podido hacer durante el curso y cultivar cualidades o aficiones que tenemos.

Hace unos años nos encontramos con una adolescente de trece años que al volver de las vacaciones decía con cara de gran satisfacción: "Estoy muy contenta porque este verano he aprendido mecanografía y bastante inglés". Y , por el contrario, comentaban otras dos: "¡Qué aburrimiento de verano, de casa a la piscina y de la piscina a casa ¡todos los días!" Son expresiones que demuestran que nos sentimos frustrados cuando no sabemos que hacer con nuestra vida.

Nosotros recomendaríamos un buen horario. Indudablemente un horario más holgado y flexible que durante el curso, pero sí un horario, pues necesitamos orden y organización para funcionar bien y sobre todo para no convertirnos en presa fácil de las ganas, que son nuestras más peligrosas "depredadoras". ¿Quién no ha dicho: este verano haré..., me levantaré temprano ... iré..., adelantaré..., estudiaré...? y después... ¿quien hizo... , madrugó..., fué..., adelantó.., estudió...? Cuando llegó el momento... ¡zas! fuimos devorados sin piedad y de un sólo bocado por estas temibles ganas. En un segundo de debilidad, son capaces de tirar por tierra (y con un solo dedo) nuestros más pensados y deseados propósitos. Así nos encontramos con que pasa el día (y si nos descuidamos el verano y ...la vida) sin haber hecho nada.
Pero ¡atención! Hemos de ser animosos, las personas tenemos voluntad. ¡Podemos hacer lo que realmente queremos! Sólo hay que pensar, querer y empezar con resolución. ¡A ver quién manda aquí! El horario nos ayudará a ello.

Se nos ocurren actividades que no deberían faltar en un horario para nuestros hijos (os dejamos como ejercicio de sobresaliente la elaboración del horario de los padres):

  1. Poner una hora de levantarse. Cada uno piense una hora adecuada que asegure el descanso necesario, pero una vez conseguido... ¡¡arriba, que hay mucha vida por vivir!! Si aseguramos esto, todo irá muy bien. Si empezamos pactando con la pereza, la arrastraremos todo el día.
  2. Tiempo de colaboración en el hogar, con pequeños servicios, adaptándonos a las edades. Nunca lo omitáis, más que el trabajo en sí que puedan realizar es el hábito, la disposición que se va generando en ellos lo que es vital.
  3. Tiempo de estudio. También con poco será suficiente. Conviene que no olviden lo adquirido durante el curso para no empezar el curso a cero. El ponerse al día después se les podría hacer muy duro.
  4. Mucho tiempo de juego: familiar y solos, de todo. Juegos de deporte, de mesa, de parque... tenemos mucho para variar (no queremos decir todo en un día, claro). También puede ir bien recorrer las habitaciones de casa con papel y lápiz para ir anotando todos los juegos o actividades que tenemos en casa, que se acumulan en los armarios y no les sacamos provecho. Hay muchos muy interesantes, divertidos , culturales, de destreza... ya sabéis: puzzles, construcciones, de manualidades, de conectar preguntas con respuestas, de ingenio, de cultura, de magia... en fin ¿para qué queremos tantos, si no los usamos?
  5. Tiempo de dialogo familiar y personal con los distintos miembros de la familia. Empezando entre nosotros, padres, como base de los otros. Tenemos más tiempo para fomentar la unión entre nosotros y con ellos. Estos diálogos conservarán de forma natural la apertura de los hijos a los padres, que tanto deseamos todos.


Bueno ya sólo nos queda despedirnos hasta septiembre (sí, nos tomamos dos meses de vacaciones en el blog porque si no... ¡no nos va a dar tiempo a hacer todo lo que hemos dicho!) y desearos de corazón un felicísimo verano.