martes, 27 de diciembre de 2011

NAVIDAD: CORAZÓN UNIVERSAL. TOLERANCIA, MÁS AÚN, AFECTO.




Queridos amigos, llegan estas fechas tan deseadas de Navidad. Es un tiempo que suscita sentimientos  entrañables. Todos nos deseamos felices fiestas y por unos días parece que esta sociedad algo fría se torna más cálida, nos sentimos más cercanos, más familia. Esto nos hace sentirnos más a gusto.
Podríamos  imaginar (también es tiempo de sueños e ilusiones) qué sería de este mundo si todos pidiéramos para Reyes un corazón nuevo, en concreto, un corazón UNIVERSAL.
Un corazón universal donde cupiera cualquier tipo de persona, independientemente de su nacionalidad, ideología, incluso de su aspecto físico o capacidades humanas. Vamos a hablar de esto un poco, pues si nosotros, padres y madres, lo comprendemos más, sabremos transmitírselo mejor a nuestros hijos, que tanto lo necesitan ahora en su convivencia escolar  y en el futuro, en su vida social.

Se habla mucho de la TOLERANCIA, aceptar al otro y respetarlo. Está muy bien. Pero se queda bastante corto. Dicen que los antiguos arqueros para dar en el objetivo apuntaban con sus ballestas a un punto más alto que el que querían alcanzar, porque sabían que la flecha a partir de un momento adoptaría  una trayectoria descendente y así vendría a clavarse en el blanco.
Quizás así hemos de actuar nosotros. A las personas no sólo hay que “aceptarlas”, “tolerarlas”, (que suena a cierta  resignación), sobrellevarlas como quien lleva una carga pesada o una circunstancia adversa porque no queda más remedio… No, a las personas les debemos más, muchísimo más… Les debemos un gran respeto, les debemos “afecto”. En realidad este “afecto” es un acto de justicia. Hemos de reconocer que cada persona  es una riqueza para los demás y que todos, aún con limitaciones, tenemos muchas  cosas buenas. 

Y este afecto debe ser a todos, incluso a personas con las cuales la prudencia nos dicte mantener cierta distancia. Este afecto no anula el sentido común.  Este afecto no nos hace ciegos a los puntos negativos de la persona, sino que nos hace mirarla con ojos comprensivos y con esperanza de que pueda cambiar. Seguro que tiene cualidades aún encubiertas, o sofocadas por circunstancias de las que ha sido víctima. También es justo reconocer que a nosotros  también nos tienen que soportar otros y nos gusta que tengan la consideración de comprendernos y darnos un margen ancho cuando lo hacemos mal.  Cuando veamos fallos en los demás, además de sacar la conclusión de lo “interesante y conveniente” que resultaría que se los quitara, deduzcamos la de que es igualmente interesante y conveniente que  me quite yo los míos.
Así somos los seres humanos. A veces dignos de  admiración y a veces de lástima.  Cada uno con lo que es y lo que lleva (preocupaciones, inquietudes, problemas…) andamos por la vida “azotados” por muchos vientos. Somos el resultado de infinidad de factores: la educación recibida, las circunstancias que nos han tocado vivir, de nuestro modo de pensar, de nuestro propio carácter e incluso de nuestro  físico… ¿cómo atrevernos a enjuiciar con menosprecio?

El tener tolerancia, respeto y afecto a las personas no quiere decir que todo lo que haga esté bien y sea excusable; que lo tenga que aceptar como posible o válido. No, ni mucho menos. Nos gustó una vez la declaración de un médico que decía que hay que luchar contra la enfermedad pero no contra el enfermo. Es evidente ¿verdad? Pues igual de evidente tendríamos que verlo en el plano de la forma de pensar de las personas. Hay distintas formas de pensar, ideologías… más o menos válidas,  pero también hay errores. Si una persona vive en el error, hay que detestar al error, no a la persona. A la persona hay que quererla y ayudarla a salir del error (obviamente respetando su libertad, proponiendo amablemente, no imponiendo).También es verdad que hay muchos niveles de error. Si el error es grave y daña o repercute en terceros sí que habrá de tomarse medidas. Por ejemplo, si alguien vive en el error de utilizar la violencia por capricho o como medio para conseguir sus fines, se habrá de tomar medidas para evitar males mayores. La persona nos ha de inspirar lástima más que rencor. La violencia como respuesta a la violencia no es fuente de soluciones, sino de problemas mayores. Sería más eficaz ayudarle a buscar un camino mejor.
Supongamos que un niño del colegio muestra actitudes ariscas con el resto de compañeros, incluso con el nuestro (¡prueba de fuego!). Pensamos que lo ideal es intentar “ganarnos” su amistad. Más vale tener amigos que enemigos. Quedaremos muy sorprendidos de los problemas que se resuelven si hacemos por coincidir con él en el parque y simplemente invitarle a jugar con todos. La mayor parte de las veces estas actitudes ariscas vienen de una carencia de afecto muy grande.  También produce muy buenos resultados saludarle con cariño cuando nos crucemos con él y mantener un trato natural y amable (aunque por otro lado, en algunas ocasiones pueda ser interesante evitar coincidir con él, discretamente, para  evitar posibles males). 

Es muy importante saber vivir en este mundo rodeado de personas de mil formas y colores, que piensen de forma muy distinta. Obviamente todos tenemos unos criterios que nos convencen y dirigen nuestras actuaciones.


Pero…¿es posible convivir con personas que tienen una forma de  pensar diametralmente opuesta a la nuestra?

Pues sí. Tengo la suerte de haber visto esto en algunas personas, y es todo un gusto estar con ellas. Con una de ellas salió una conversación sobre un tema interesante; nos dimos nuestras razones, nos escuchamos, hasta dudamos de nuestra versión (ninguna estuvo cerrada a lo nuestro); estuvimos considerando los pros y contras… a pesar de todo acabamos teniendo opiniones totalmente contrarias; finalmente la otra persona terminó el tema con una sonrisa diciendo: “Pues sí, pensamos diferente”.
Me encantó y dejó admirada su actitud. Así debería ser. Con resolución, con respeto total, con naturalidad, sin miedo... Cuando el diálogo se basa en estos principios no hay miedo de nada.  La garantía de la amistad es este profundo respeto probado en las diferencias, más que la unión en las afinidades. Además, si sólo fuera por afinidad, nuestro círculo de amigos sería muy reducido. Es mejor ampliarlo, es mejor que todos seamos amigos, es mejor un  corazón universal. Con un corazón universal, todos nos enriqueceríamos, las diferencias serían ventajas pues veríamos de forma más completa la realidad, ya que desde mi punto de vista puedo dejarme ángulos sin ver.
Podríamos sacar esta fórmula:
Saber ver, escuchar…, saber reflexionar…, saber decidir…, saber ser libre y consecuente”
Saber ver, escuchar: supone ver actuaciones o escuchar opiniones con mentalidad abierta.
Saber reflexionar: valorar pros y contras, madurar las ideas, sinceramente, sin intereses (que tenemos muchos ¿ no es verdad?), sin miedo a encontrar otra verdad mayor.
Saber decidir: optar por la verdad que te parece más verdad, más justa, aunque no sea la más fácil.
Saber ser libre y consecuente: si una cosa nos parece que es así, seamos consecuentes en hacerla, sin miedo ni prejuicios; estamos en una democracia ¿no?
Fijémonos la ventaja que tiene vivir esta fórmula para transmitirla de manera natural a nuestros hijos. Imaginemos un caso habitual: Cuando nuestros hijos nos piden comprar algo.
“Ver/escuchar”: Ven que sus compañeros tienen algún juguete, maquinita o colección… que está de moda y nos lo piden;
“Reflexionar”: nos toca dialogar con ellos, pensar si ya han tenido algo parecido hace poco o no, si no será redundante o excesivo; decirles que en la vida van a tener que tratar con muchas personas  y que cada uno ha de hacer lo que crea más conveniente, que aunque muchos tengan un juguete no es obligatorio tenerlo…
“Decidir”: después de todo lo considerado, decidimos:”sí, es un juguete conveniente” o “no nos aporta mucho y no vamos a comprarlo”. Si la decisión es conjunta mejor, si no, la tomamos los padres pues para eso somos los que tenemos uso maduro de razón y la responsabilidad de formarlos. No podemos dejar en manos de un inmaduro las decisiones que atañen a su formación.
“Ser libre y consecuente”: aunque me asalten dudas de:”todos lo tienen”. Lo lógico es actuar conforme a lo que uno cree mejor. No ser personas veletas que se  mueven según sopla el viento o las  modas.
Si actuamos con esta libertad, entenderemos que los demás también la tienen y nos será más fácil comprender que otras personas actúen de forma distinta a la mía. Nos será más fácil comprenderlos, respetarlos… con toda naturalidad. Con esta mentalidad, con este corazón universal,  todos salimos ganando, pues no hay unos contra otros,  sino distintas aportaciones, distintas visiones… sobre las cosas y problemas. Si aplicamos fuerzas en la misma dirección (progresar, encontrar la mejor solución…) éstas se suman; si tiramos en  direcciones contrarias, se anulan.
Sí, en estas fechas pidamos a los Reyes un corazón universal. ¡FELIZ NAVIDAD!


ACTIVIDAD NAVIDEÑA: HACER CON NUESTROS HIJOS UN BELEN SENCILLO Y BONITO

Vamos a proponeros pasar unas tardes agradables con vuestros hijos, realizando un belén con materiales que no cuestan dinero: cartones, piedras, palitos y hierbas. Veréis también como la imaginación se dispara y sois más artistas de lo que pensáis.

Puesto de mercado de alimentos:
Con una caja de cartón, recortada a gusto, pegamos palitos en el tejado para que nos quede un tejado original. El mostrador es otra caja más pequeñita, adornada con un trocito de  tela a modo de mantel. En él ponemos cajitas hechas de papel con distintos alimentos.



Puesto de alfarería:
Con una caja de leche invertida  y recortada dejando las cuatro esquinas como columnas. El techo lo cubrimos con un papel de rayas que parezca una lona. Las piezas de alfarería son hechas con barro y los artistas que se luzcan lo que puedan.




Puesto de carnicero:

Es el extremo de una caja de tetrabricks de leche. Lo hemos desmontado y puesto del revés para aprovechar el color del cartón. Hemos pintado los ladrillos con rotulador granate, le hemos puesto una cortina en la puerta y ésta la hemos decorado con  un simulacro de piedra. En realidad es una masa de harina que se maneja muy bien. Se adorna el tejado con tablitas o cortezas y finalmente le hemos enganchado con encuadernadores una lona en un lateral para que parezca un pequeño toldo.

 

Receta de masa de harina: 2 vasitos de harina, 1 vasito de sal y 1 vasito de agua. Se amasa bien y queda como una masa de plastilina blandita.
Le damos forma de piedra o ladrillo y la ponemos sobre el cartón. Se queda pegado y no necesita ni pegamento. Con las horas se va endureciendo, puede tardar varios días en acabar de secarse. Puede hacerse lo que queráis, nosotros hicimos un pozo (se ve a la izquierda del puesto de alimentos), un corral y un lavadero.

Corral:
Los ladrillos son muy fáciles de hacer, no se necesita ser muy habilidosos. Podéis pincharle palitos, pues la masa es blanda y cuando endurece quedan colocados. También  se pueden hacer vallas con palitos y cuerdas.


 Lavadero:

Con una caja pequeña de zapatos, le doblamos hacia el interior un trocito de los cuatro laterales y allí pegamos losas hechas con la masa de sal. También las piedras que rodean el frontal de la fuente son de la masa de sal. El caño es un boli transparente.




Huerto:
También se pueden atar palitos para hacer unas vallas, y adornar todo con piedras, tierra y pequeñas hierbecitas. Hasta podemos hacer un pequeño huerto con tomateras y hortalizas de plastilina.



 Oasis y palmeras:

Es fácil hacer un oasis con palmeras y arena. Las hojas de las palmeras se hacen con tres trocitos de cartulina. Cada cuadradito de cartulina lo doblamos por las dos diagonales. Les cortamos un piquito como indicamos en la foto y luego a cortar finito para que parezcan las hojas de palmera. Luego las ponemos atravesadas en un palo. ¡Ah! No os olvidéis de los cocos, son cereales de chocolate.



También se puede hacer un molino, hay envases con forma tubular. Se adornan con la masa de harina (o arcilla) a gusto. Las aspas pueden hacerse con telas cosidas a unos palitos de pinchos de madera , con rejilla de mosquitera oscura o simplemente con palitos.

¡Qué os divertáis!