viernes, 28 de marzo de 2014

VIAJANDO POR EUROPA: REINO UNIDO. El arte de hablar.



Siguiendo la programacion temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos un nuevo país: Reino Unido, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Hoja Reino Unido



CUENTO: EL ARTE DE HABLAR

Una región costera del Norte de Reino Unido sufría frecuentes asaltos de barcos vikingos procedentes de los países nórdicos. 


Los vikingos eran muy temidos por su fiereza y crueldad. Las aldeas de esta pequeña región habían sido saqueadas por ellos en varias ocasiones, robaban cuanto tenían, quemaban sus casas y se llevaban cautivos a no pocos hombres y mujeres. La gente de la región pedía al rey que les librara de tales asedios. El pobre rey no sabía que hacer, pues la superioridad del ejército vikingo era incuestionable, tanto en cantidad de hombres, como en armamento y  habilidad guerrera. 


Entonces convocó una reunión con todos sus ministros para hablar sobre el asunto.  Sir Henri era uno de ellos, quien destacaba por su  prudencia y sensatez. Llegaron a la conclusión de que la única solución posible era la de intentar llegar a un acuerdo o pacto amistoso con ellos. Tras varias sesiones, Sir Henry propuso lo siguiente: podría ser beneficioso para ambos intercambiar sus puntos fuertes. Los vikingos tenían un buen ejército y ellos tenían buenas cosechas. Quizás si labraran nuevos campos y construyeran canales, no les costaría mucho aumentar la producción para ofrecérsela a estos pueblos vikingos, quienes debido a las heladas e inclemencias del tiempo en su tierra, no tenían garantía de recoger cosecha cada año. A cambio,  los vikingos podrían ofrecerles protección militar con sus buenos barcos y guerreros, contra cualquier posible ataque.  No les iba a resultar muy costoso, ya que, salvo de ellos, no recibían ataques de nadie.


Al rey no le pareció mala idea, pues aunque esta solución supusiera más trabajo, era incomparablemente más grato  y liviano que reconstruir lo devastado tras cada saqueo y llorar las pérdidas humanas.


Se pusieron manos a la obra. Empezaron a preparar nuevos campos para el cultivo, al tiempo que iban construyendo canales y almacenes. También  aprovecharon para trazar calzadas, anchas y empedradas, con lo cual la recogida de la cosecha se haría cómoda y rápidamente en carros. Como todos los habitantes habían puesto en este proyecto grandes esperanzas, trabajaban con ánimo y empeño.


 Cuando llegó la primavera empezaron la tarea de siembra. Después vino el verano y la cosecha fue muy abundante. Empezaron la recolección y en el mismo tiempo que antes recogían un campo, ahora eran capaces de recoger tres.  Con todas estas mejoras, sin mucho más esfuerzo, aumentaron la producción incluso más de lo esperado. 


Tenían ya cientos y cientos de sacos almacenados cuando una mañana el centinela avisó de la llegada de cuatro barcos vikingos. Rápidamente el rey formó una pequeña comitiva con caballeros y soldados. Entre los que dominaban el idioma vikingo, escogió a Sir Henry para hacer de portavoz, nadie como él para el arte de hablar: siempre respetuoso, educado, pronto a la escucha, reflexivo… y al mismo tiempo valiente para proponer ideas y decir su opinión. El rey pensaba en su interior que si  él no lo conseguía, nadie podría hacerlo.


La comitiva avanzó hacia la playa, ondeando la bandera blanca. Los vikingos bajaron de sus  barcos y un pequeño grupo caminó a su encuentro, iban bien armados.


El rey, Sir Henri y el resto de caballeros no podían evitar sentir un fuerte escalofrío ante tal embajada ¿serían capaces de dialogar o sacarían sus espadas y arremeterían contra ellos? Traían cara de pocos amigos, pero había que intentarlo, el pueblo confiaba en ellos. 


Al fin, ambos grupos estuvieron cara a cara. El rey hizo una reverencia al capitán vikingo. Entonces Sir Henri empezó a hablar. El rey se relajó al oírle, su tono de voz así como su compostura y gestos  transmitían serenidad, cercanía, naturalidad… El capitán vikingo escuchaba en silencio, frunciendo el ceño, mirando fijamente a Sir Henri.  Una vez éste hubo terminado, todos quedaron en silencio. En el  rostro del capitán vikingo no hubo el menor gesto que diera pistas de sus pensamientos. Sólo el tiempo que guardó silencio hacía comprender que interiormente mantenía una lucha entre la inesperada y buena impresión causada por la persona de Sir Henri y su propuesta y su connatural agresividad  que parecía resistirse a ceder por  las buenas.  Después de un pesado silencio se volvió hacia los tres soldados más cercanos, sin duda capitanes de los otros barcos. Uno de ellos, a juzgar por el tono de voz, parecía desconfiado.  Tras esto, el vikingo se volvió de nuevo y dijo algo que provocó en Sir Henri un ligero suspiro y aire de preocupación.

Uno de los acompañantes del rey que estaba enormemente tenso y que guardaba profundo rencor a los vikingos por tantas desgracias que les habían ocasionado,  ante esto, no supo esperar el tiempo que se requería y dando un paso adelante con el rostro malhumorado, se dirigió al capitán vikingo con una frase insultante y provocativa. Aunque los vikingos, afortunadamente, no entendían el idioma, imaginaron por el tono y gestos que aquello era una amenaza, con lo cual todos ellos pusieron mano sobre la empuñadura de la espada que llevaban atada a la cintura.  


Sir Henri reaccionó rápidamente, salvando la situación. Con serenidad pidió  al caballero que por bien de todos, se despidiera con una reverencia y volviera al pueblo, vigilado por un par de soldados.  A continuación  Sir Henri tomó de nuevo la palabra, pidió disculpas por lo ocurrido y continuó la conversación. Acto seguido el rey dio orden de que trajeran los carros con los  sacos de grano cosechado. El capitán vikingo pareció entonces convencido. Sir Henri sacó un pergamino con el acuerdo y ambos jefes lo sellaron. 


Aquel día todos comprendieron la gran importancia y el gran beneficio  que trae ser prudentes, hábiles y educados en el hablar, y el tremendo daño que pueden ocasionar unas palabras impulsivas e insultantes.

Aquel pacto obtenido por Sir Henri trajo una época de paz, progreso y bienestar a ambos pueblos.