Siguiendo la programación temática de VIAJANDO POR EUROPA
os presentamos un nuevo país: Alemania, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.
Hoja Alemania
CUENTO: DOS GEMELOS MUY DISTINTOS
Había una vez dos hermanos
gemelos, Carlos y Alejandro, que eran muy iguales, pero que eran muy distintos.
Físicamente se parecían como dos gotas de agua, sin embargo, sus caracteres
eran totalmente diferentes. Alejandro era muy dejado y conformista, mientras que
Carlos era, lo que se dice responsable.
Una persona responsable es
aquella que cumple con sus obligaciones de forma libre y voluntaria, sin
necesidad de que nadie vaya detrás constantemente recordándoselas o
cerciorándose de que se hagan. Sabe que es su deber y le basta. Además le
importa que se hagan bien, no de cualquier manera.
En este punto de la responsabilidad, Alejandro no llegaba
ni al aprobado. No tenía ganas de trabajar ni de esforzarse y como cumplir
con las obligaciones cuesta, prefería dejarlas
pasar. Le daba igual.
Los padres de Alejandro y Carlos
pudieron apreciar esta diferencia desde pequeñitos: a la hora de cuidar los
juguetes, de estar pendientes de dónde dejaban el jersey o abrigo, de dar los
avisos del colegio… Pero cuando la diferencia empezó a inquietar fue cuando
empezaron a ser mayores y a tener más deberes y estudio.
Carlos, aunque no es que le
entusiasmara el estudio entendía que era su obligación. Que su formación y su
futuro dependían mucho de su trabajo de ahora y de su constancia. El día de mañana quería ser un
buen profesional, capaz de hacer un trabajo bien hecho, no de cualquier manera.
Cuando en su casa alguna vez habían requerido un servicio, le gustaba que lo
hicieran bien y por el contrario le disgustaba bastante cuando obraban con
dejadez o hacían una chapuza. ¡No es eso lo que se espera después de haber
pagado!
Alejandro, sin embargo, no
pensaba tanto. Simplemente no le gustaba trabajar y lo evitaba al máximo. Aunque
sus padres le marcaban un horario de estudio, éste era muy poco productivo, muy
pasivo, no evitaba distracciones y dejaba pasar el tiempo hasta cumplir con la hora establecida.
Afortunadamente eran dos chicos
muy inteligentes. Así Carlos sacaba todo brillantemente mientras que Alejandro
se contentaba con sacarlo medianamente. Total, con aprobar ya tenía bastante.
Fueron pasando los años y llegó
el tiempo de escoger carrera. Carlos estaba decidido por medicina. Alejandro,
no sé si por ser gemelos o por contar con apoyo en los estudios, también se decidió
finalmente por esta misma profesión.
Y como el tiempo pasa volando, los dos se graduaron. Alejandro
medianamente, con algún suspenso de vez en cuando que después siempre
recuperaba, y Carlos magníficamente, con
notas brillantes que le merecieron el reconocimiento y felicitación de todos
los profesores. Debido a esto
obtuvo una beca en un prestigioso
Hospital, lejos de su ciudad natal, donde después de terminar la especialización consiguió pronto una
plaza.
Su hermano, sin embargo, terminó
y montó una consulta en una población cercana a la de sus padres.
Pasaron los años, Carlos
disfrutaba de su profesión, se sentía satisfecho de poder ayudar a las personas
enfermas, restaurándoles la salud o al menos, procurándoles alivio y ánimo.
Debido a su buena formación
diagnosticaba sin fallar los casos que llevaba. También investigaba en
el laboratorio del Hospital, colaborando a mejorar los avances en medicina,
otro buen servicio a la sociedad.
Mientras, Alejandro se había
acomodado en aquella pequeña ciudad, atendía a los pacientes y no aspiraba a
más.
Ocurrió que el padre de los
gemelos cayó enfermo y como vivía más cerca de Alejandro le pidió a su hijo que
viniera a verle. Éste le prescribió un tratamiento y con él estuvo dos meses,
sin mejora; más aún, repentinamente sufrió una fuerte crisis que le obligó a
guardar cama.
Cuando Carlos supo esto, pidió
unos días de permiso y viajó para ver a su padre. Lo reconoció y pronto se dio
cuenta del verdadero mal. Le dijo que iban a probar un nuevo tratamiento que
quizás le fuera mejor, y se quedó con él
unos días hasta comprobar que el medicamento empezaba a hacer su efecto.
-
- Hijo, este medicamento sí que es eficaz. ¡Qué
maravilla! ¡Qué alivio siento en el estómago! me encuentro mucho mejor y estoy
recobrando el apetito.
- Cuanto me alegro, papá, verás que en una semanita estás totalmente recuperado.
- Cuanto me alegro, papá, verás que en una semanita estás totalmente recuperado.
Después de dejar a su padre física y
anímicamente recuperado volvió a su
hospital, no sin antes pasar por el
pueble donde vivía su hermano Alejandro.
Tras la alegría del
encuentro y de pasar juntos una
agradable cena Carlos emezó una conversación que era necesario tener:
- - Querido hermano, nos conocemos
perfectamente y bien sabemos de qué pie
cojeamos cada uno. Te quiero pedir un favor: que siempre tengas la valentía de hablarme con confianza
y sinceridad cuando veas que necesito un buen consejo. Me comprometo a escucharte y tenerlo en cuenta.
Pero esta vez soy yo quien quiere decirte algo, pues va mucho en ello. El tratamiento
que le diste a papá no sólo no le
aliviaba, sino que de seguir con él, le hubiera podido producir una gran
hemorragia en el estómago, hasta el
punto de haber peligrado su vida.
Alejandro puso
cara de susto.
- - Sí, hermano,sí… has de tomarte en serio tu
formación. Aun estás a tiempo de enmendar lo que dejaste a medias en la carrera. Cualquier profesión
pide ser ejercida en su máximo grado si queremos que sea un auténtico servicio
a la sociedad y sirva para tu plena realización. Por todo ello no podemos permitir que entren la
dejadez y la pereza… y menos aún en profesiones tan delicadas como la medicina.
Por favor, Carlos, se responsable; lucha, supérate, estudia… sé un elemento
constructor y no destructor de la sociedad. Es un deber de toda persona y en
consecuencia hemos de ser
responsables con él. Puedes contar con
mi ayuda incondicional.
Alejandro
quedó pensativo, mirando a su hermano en
silencio. Al final, logró decir:
- - Tienes toda la razón, Carlos. He sido un
irresponsable. Veo claramente el desenlace de cómo me he tomado yo los estudios
y como te los has tomado tú. No, no quiero ser más fuente de problemas, si no
de soluciones. Estoy a tiempo de rectificar.