lunes, 19 de mayo de 2014

VIAJANDO POR EUROPA: ALEMANIA. La responsabilidad


Siguiendo la programación temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos un nuevo país: Alemania, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Hoja Alemania

CUENTO: DOS GEMELOS MUY DISTINTOS

Había una vez dos hermanos gemelos, Carlos y Alejandro, que eran muy iguales, pero que eran muy distintos. Físicamente se parecían como dos gotas de agua, sin embargo, sus caracteres eran totalmente diferentes. Alejandro era muy dejado y conformista, mientras que Carlos era, lo que se dice responsable.

Una persona responsable es aquella que cumple con sus obligaciones de forma libre y voluntaria, sin necesidad de que nadie vaya detrás constantemente recordándoselas o cerciorándose de que se hagan. Sabe que es su deber y le basta. Además le importa que se hagan bien, no de cualquier manera.

En este punto  de la responsabilidad, Alejandro no llegaba ni al aprobado. No tenía ganas  de trabajar ni de esforzarse y como cumplir con las obligaciones cuesta, prefería dejarlas  pasar. Le daba igual.

Los padres de Alejandro y Carlos pudieron apreciar esta diferencia desde pequeñitos: a la hora de cuidar los juguetes, de estar pendientes de dónde dejaban el jersey o abrigo, de dar los avisos del colegio… Pero cuando la diferencia empezó a inquietar fue cuando empezaron a ser mayores y a tener más deberes y estudio.

Carlos, aunque no es que le entusiasmara el estudio entendía que era su obligación. Que su formación y su futuro dependían mucho de su trabajo de ahora y de su  constancia. El día de mañana quería ser un buen profesional, capaz de hacer un trabajo bien hecho, no de cualquier manera. Cuando en su casa alguna vez habían requerido un servicio, le gustaba que lo hicieran bien y por el contrario le disgustaba bastante cuando obraban con dejadez o hacían una chapuza. ¡No es eso lo que se espera después de haber pagado!

Alejandro, sin embargo, no pensaba tanto. Simplemente no le gustaba trabajar y lo evitaba al máximo. Aunque sus padres le marcaban un horario de estudio, éste era muy poco productivo, muy pasivo, no evitaba distracciones y dejaba pasar el tiempo hasta  cumplir con la hora establecida.

Afortunadamente eran dos chicos muy inteligentes. Así Carlos sacaba todo brillantemente mientras que Alejandro se contentaba con sacarlo medianamente. Total, con aprobar ya tenía bastante.

Fueron pasando los años y llegó el tiempo de escoger carrera. Carlos estaba decidido por medicina. Alejandro, no sé si por ser gemelos o por contar  con apoyo en los estudios, también se decidió finalmente por esta misma profesión.

Y como el tiempo pasa  volando, los dos se graduaron. Alejandro medianamente, con algún suspenso de vez en cuando que después siempre recuperaba, y Carlos magníficamente,  con notas brillantes que le merecieron el reconocimiento y felicitación de todos los profesores.  Debido a esto obtuvo  una beca en un prestigioso Hospital, lejos de su ciudad natal, donde después de terminar  la especialización consiguió pronto una plaza.

Su hermano, sin embargo, terminó y montó una consulta en una población cercana a la de sus padres.

Pasaron los años, Carlos disfrutaba de su profesión, se sentía satisfecho de poder ayudar a las personas enfermas, restaurándoles la salud o al menos, procurándoles alivio y ánimo. Debido a su buena formación  diagnosticaba sin fallar los casos que llevaba. También investigaba en el laboratorio del Hospital, colaborando a mejorar los avances en medicina, otro buen servicio a la sociedad.

Mientras, Alejandro se había acomodado en aquella pequeña ciudad, atendía a los pacientes y no aspiraba a más.

Ocurrió que el padre de los gemelos cayó enfermo y como vivía más cerca de Alejandro le pidió a su hijo que viniera a verle. Éste le prescribió un tratamiento y con él estuvo dos meses, sin mejora; más aún, repentinamente sufrió una fuerte crisis que le obligó a guardar cama.

Cuando Carlos supo esto, pidió unos días de permiso y viajó para ver a su padre. Lo reconoció y pronto se dio cuenta del verdadero mal. Le dijo que iban a probar un nuevo tratamiento que quizás  le fuera mejor, y se quedó con él unos días hasta comprobar que el medicamento empezaba a hacer su efecto.
-    
      - Hijo, este medicamento sí que es eficaz. ¡Qué maravilla! ¡Qué alivio siento en el estómago! me encuentro mucho mejor y estoy recobrando el apetito.

   - Cuanto me alegro, papá, verás que en una semanita estás totalmente recuperado.

   Después de dejar a su padre física y anímicamente recuperado volvió  a su hospital, no sin antes pasar por  el pueble donde vivía su hermano Alejandro.
Tras la alegría del encuentro  y de pasar juntos una agradable cena Carlos emezó una conversación que era necesario tener:
-          - Querido hermano, nos conocemos perfectamente  y bien sabemos de qué pie cojeamos cada uno. Te quiero pedir un favor: que siempre  tengas la valentía de hablarme con confianza y sinceridad cuando veas que necesito un buen consejo. Me  comprometo a escucharte y tenerlo en cuenta. Pero esta vez soy yo quien quiere decirte algo, pues va mucho en ello. El tratamiento que le diste a papá no sólo  no le aliviaba, sino que de seguir con él, le hubiera podido producir una gran hemorragia  en el estómago, hasta el punto de haber peligrado su vida.
Alejandro puso cara de susto.
-          - Sí, hermano,sí… has de tomarte en serio tu formación. Aun estás a tiempo de enmendar lo que dejaste a  medias en la carrera. Cualquier profesión pide ser ejercida en su máximo grado si queremos que sea un auténtico servicio a la sociedad y sirva para tu plena realización. Por  todo ello no podemos permitir que entren la dejadez y la pereza… y menos aún en profesiones tan delicadas como la medicina. Por favor, Carlos, se responsable; lucha, supérate, estudia… sé un elemento constructor y no destructor de la sociedad. Es un deber de toda persona y en consecuencia  hemos de ser responsables  con él. Puedes contar con mi ayuda incondicional.
Alejandro quedó pensativo, mirando a su  hermano en silencio. Al final, logró decir:
-          - Tienes toda la razón, Carlos. He sido un irresponsable. Veo claramente el desenlace de cómo me he tomado yo los estudios y como te los has tomado tú. No, no quiero ser más fuente de problemas, si no de soluciones. Estoy a tiempo de rectificar.