jueves, 29 de octubre de 2015

VIAJANDO POR EUROPA: FRANCIA. La prueba decisiva.


Siguiendo la programación temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos un nuevo país: Francia, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Hoja Francia

LA PRUEBA DECISIVA

En una  región de la antigua Galia, había un reino  al que constantemente asediaban los romanos. Vivían en una zona montañosa, por lo que a los invasores les resultaba bastante difícil acabar de conquistar  el castillo y las aldeas cercanas.  Pero esta vez, se propusieron  no parar hasta lograrlo. Pensaron rodear toda la ladera de la montaña de manera que no pudiera salir nadie de allí. Cuando llegara el largo invierno, tendrían que rendirse, pues no podrían abastecerse de ningún poblado  del valle. Sólo tendrían que esperar y esperar…  y la conquista sería cómoda  y fácil.

Cuando el rey  comprobó, desde su castillo, como se establecían distintos campamentos del enemigo por todo el derredor de la montaña, comprendió con suma tristeza cual era el propósito de su contrincante y el mal que acechaba a su gente: morir lentamente de hambre o rendirse al enemigo.  Nuestro rey empezó a reflexionar,  era vital encontrar  alguna solución. Al final, se le ocurrió una idea; en realidad, era la única posibilidad.  Tendría que escoger a cinco hombres de su tropa, no más, era imprescindible no ser vistos, que pudieran llegar a un reino amigo y pedir ayuda. Las tropas aliadas deberían rodear a su vez  toda la montaña, cercando al enemigo, quienes no podrían huir  ni hacia abajo, ni hacia arriba de la montaña, pues en el castillo estarían preparados para el ataque.

Estos cinco hombres habrían de salir al anochecer y, puesto que toda la falda de la montaña tenía una estrechísima vigilancia, sólo podrían dirigirse hacia arriba. Debían coronar la escarpada  cima y luego pasar al siguiente  pico, aún más alto y peligroso, cuya ladera descendía a otro valle. Allí estarían libres del enemigo.

Al día siguiente el rey convocó a sus soldados y explicó la situación en la que se hallaban y cuál era la estrategia  para poder salir victoriosos. Al pedir voluntarios para la misión, comprobó con satisfacción que todos se ofrecían.
Como la misión era sumamente dificil, no era suficiente la buena voluntad y la elección de los candidatos había de ser cuidadosa. ¿Cómo escoger a los mejores hombres?  Después de pensar  concienzudamente  les informó que en los días sucesivos realizaría unas pruebas.

Se hicieron pruebas de resistencia, de fortaleza, de habilidad… todos los días el rey les daba después bien de comer. A decir verdad, la gente de esta región estaban acostumbrados a comer bien y en abundancia, pues era una zona fértil en verduras, hortalizas y frutales y en cuanto a ganadería, reses numerosas.

Cada día el rey observaba detenidamente a sus vasallos, en realidad, “buscaba” algo. Pronto se empezaron a observar diferencias en cuanto a la fortaleza física y habilidad. Los había muy ágiles, lo cual era preciso para poder subir aquellas empinadas cumbres. Pero también habían de ser fuertes para soportar tantos días de duro esfuerzo.

El rey, aunque acostumbraba a ofrecer buena y abundante comida, en los días sucesivos empezó a disminuir la calidad de ésta. Al principio,  los soldados no dijeron nada, aunque bien que lo pensaron, pero al ver que el hecho iba en aumento cada día que pasaba, empezaron a murmurar.

-¡Vaya! ¿qué mosca le ha picado al rey? ¿cómo piensa que vamos a poder estar en forma con esta comida?
-Sí, que extraño… siempre nos ha dado muy bien de comer… Pues yo ya me estoy cansando, y encima dice que va a seguir haciendo más pruebas… a este ritmo…
-Pues yo creo que voy a desistir como siga dándonos de comer así. ¿Habéis visto que el conejo estaba casi crudo y escasísimo de sal? ¡y por supuesto ya no nos pone aquella salsa de piñones que era mi delicia!

El día en el que ya no  se sirvió vino, los soldados empezaron a molestarse grandemente.
Uno de los soldados más ágiles y fuertes, del cual  todos estaba convencidos  que sería uno de los seleccionados, no pudo aguantar más:
-¡Esto es intolerable! ¡tengo un humor de perros! ¡hace más de diez años que no me falta en la comida un trago de vino! ¡y ahora que nos estamos esforzando como nunca para estas duras pruebas, no se nos paga ni con una comida digna y en condiciones…!
-Opino como tú, este rey se ha vuelto avaro; mendrugos duros de pan, agua, verduras poco cocidas e insípidas… ¿quién puede aguantar esto?

Por fin el Rey avisó de que las pruebas habían concluido y de que al día siguiente  serían anunciados los nombres de los cinco caballeros seleccionados.

Lo que los soldados no sabían era que el Rey, después de dar la orden de que se sirviera la comida, oculto en un rincón de la sala, había estado escuchado con atención la reacción de cada soldado.

El rey sabía que esta misión, entrañaba muchas dificultades, y la mayor de ellas no era la dificultad de la escalada, sino la escasez de comida que  iban a sufrir. Durante cinco días apenas encontrarían más que algunas hierbas comestibles y algo de agua. Esto y el  pan que pudieran llevarse en sus zurrones, consistiría todo su alimento.  Después de  alcanzar y bajar la cima por la otra vertiente, encontrarían algún pequeño animal que podrían comer, pero no podrían usar fuego para asarlo, pues el humo podría delatarlos. Era pues imprescindible encontrar hombres con la “fortaleza” suficiente para soportar esto.

Por supuesto no le valían todos aquellos que no sabían sufrir “faltas” en la comida, los que añoraban alimentos sabrosos,  salsas con piñones y los que no podían pasar sin un vasito de vino…
Al día siguiente el  rey nombró los cinco caballeros más fuertes del reino, los capacitados para la gran misión.


Y así fue como quedaron humillados y en el olvido los que se tenían por hombres fornidos y por el contrario, ensalzados e inmortalizados los que con su fortaleza de carácter consiguieron la victoria para su pueblo.